Muchos pensarán que estuve husmeando dentro de la oficina del gerente, pero no, esto es más perverso de lo yo mismo imaginaba, bueno siendo sincero a mi me sorprendió mucho, todo empezó al llegar a la oficina, día común de rutina diaria en mi nuevo trabajo, saliendo un poco del foco de la historia, se me hace extraño ver tantas caras simpáticas, obvio uno que viene de obra donde lo que realmente ve son caras cansadas de personas a veces con muy poca educación, pero en fin, entró saludo a quien me mira con un hola que lo acompaña un movimiento de cabeza y una sonrisa de hiena que no te compra nadie, me siento en mi estación de trabajo, miro mi cuaderno para ver si tengo algo pendiente del dia anterior, y en eso recuerdo que Sergio, mi jefe, me había dicho de archivar algunas ordenes de compra, facturas, guías de despacho en sus respectivas carpetas.
Lo cómico de todo es que al ser el nuevo no sabía la ubicacion de los archivadores y vi un mueble, uno de estos empotrados al muro de melamina blanca, con la típica llave de envoltura plástica negra, las de oficina. Abrí dicho mueble para buscar los archivadores, y aun increíble que suene los encontré uno pegado al lado de otro, como si Dios hubiera puesto su dedo sobre mi, yo con la calma que me caracteriza alze mi mano para comenzar a sacar las polvirientas carpetas, cuando en eso me toman la muñeca, justo antes de sacar el primer archivador, la mano era delicada, suave de piel muy blanca, con unas uñas de esas que te gustarían te arañaran la espalda, en definitiva eran muy femeninas,
Y de fondo una voz golpeada de mujer que me dice: " acá no hay nada para ti", esa respuesta me congeló, en mi pense cual era el error tan grave, para que me hablase en ese tono, intui que algo raro había así que espere el momento de quedar sólo e ir a observar, la oportunidad se dio pasado las 6:30 de la tarde yo me demore en el baño con la intención de quedar sólo en la oficina, y poder ver que escondía el bendito mueble, habían alrededor de 10 metros entre mi y el objetivo, cada paso que daba me aceleraba más el corazón y aumentaba mi adrenalina, me transpiraban las manos y de cada dos pasos era irresistible ver si alguien me espiaba, creo esa es la sensación que debe tener un ladrón cuando entra a robar alguna casa, por fin llegó al mueble y acercó una silla para poder sacar más cómodamente los archivadores y ver su contenido, la sorpresa fue inmensa al darme cuenta que en realidad esos archivadores era todo un aparataje para esconder algo de lo cual esta prohibido en cualquier lugar de trabajo alcohol, vasos y bebidas, el sistema era interesante ya que los archivadores estaban pegados uno al lado formando una tapa del ancho del mueble, y que en sus membretes tenía el nombre de los archivos a guardar, después de hacer tremendo descubrimiento deje tal cual estaba, lo bueno es que ahora en la oficina soy el encargado de la despensa alcohólica que descubrí y siendo sincero me gusta después de almuerzo tomar un combinado de órdenes de comprar con un poco de facturas, añejadas en roble y de por lo menos 5 años, aún es un problema el hielo pero son los gajes del oficio.
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